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Lourdes Gómez lleva 22 años al mando de Pastas Beatriz. Cercana y familiar posee el don de la generosidad. Siempre disponible para mantener vivos los valores del negocio.
Siguen existiendo los comercios de vigas de madera y de escaparates apetecibles en los que detenerse. Esos que huelen a artesanía y tradición, a masa madre y a recetas secretas. De esos primarios, cercanos, sencillos y familiares. Sí, siguen vivos.
Un negocio de tradición
Pastas Beatriz carga con 55 años de historia, más de medio siglo regalando sabor y sensaciones. El negocio es un producto más elaborado, incluso, que los propios garroticos. Pablo, su fundador, tuvo que probar antes suerte en otros negocios como La palmera en la calle San Huesa, que no resultaron exitosos. Sin embargo, su visión emprendedora quiso darle una segunda oportunidad al local de la Calle Estafeta, en el que vio la posibilidad de cumplir con su vocación: la pastelería. Su mujer, Beatriz, le regaló el nombre a lo que hoy es una parada obligatoria de nuestra ruta madeinpamplona. Pastas Beatriz se ha ganado el puesto.
Es Lourdes Gómez, actual dueña, quién nos hace un recorrido por la tradición de las pastas. Lleva 22 años como timón de este barco que los nuevos tiempos no ha conseguido hundir. Fue Pablo, confiesa, quien le enseño durante ocho meses el secreto de la elaboración de las recetas. “Es un padre”, nos cuenta. Junto a su mujer, Pablo se aseguró de dejar su sueño materializado en las mejores manos. El trato con la clientela y el trabajo hacia el público es la mejor herencia que Lourdes pudo recibir. Hoy es lo que les diferencia.


Los valores que conducen al éxito
Nos cuentan hoy que no tienen necesidad de enfrentarse a la competencia, porque no la hay. En Pastas Beatriz apuestan por la artesanía, una buena materia prima y elaboración en el día frente a la producción de gran escala y la maquinaría. La actual dueña, como lo hizo Pablo, sabe cuidar a los 5 empleados que constituyen la familia garrotica. El secreto de las pastas está en una gran dedicación y cariño hacia su trabajo, “no todo el mundo puede soportar un horario laboral que empiece a las 5”, bromea Beatriz. Y sobre todo, el deseo de ofrecerle lo mejor al cliente.
Conservan su carácter primario, no tienen presencia en redes sociales, pero dicen no hacerles falta. Ya tienen ganado el cariño de la gente y su reconocimiento. Todos repiten. El boca a boca es la mejor publicidad que les pueden hacer. “El otro día vino una mujer japonesa a probar los garroticos y llevaba el pedido escrito en una libreta”, cuenta Lourdes entre risas.




Turrones, roscos y garroticos, todos ellos son el producto de una receta muy dulce que incluye cariño, artesanía, mucha tradición y la calidad de las relaciones humanas. Ese es el secreto de su medio siglo de historia. Entre los nuevos y los que repiten, Pastas Beatriz ha sabido forjar una clientela fiel y muy golosa. Por supuesto, estáis todos invitados.